En 1923 sufrí un pequeño contratiempo. Mientras estaba en la Academia de Bellas Artes se produjeron unas manifestaciones en contra de un profesor, justo antes de que comenzara el discurso oficial y se desatara la violencia, decidí abandonar la sala. Gracias a este gesto las autoridades creyeron que había sido yo el que había dado la señal de ataque y rebelión. Me expulsaron durante un año de la academia y un tiempo después vienen unos guardianes a detenerme para pasar una temporada en la cárcel
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